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))La Duda del Encuentro |
Fue en este mismo lugar donde la conocí a ella, exáctamente hace siete días. Este lugar que suelo procurar cuando me siento sola, cuando la luz de mis ojos se apagan cegandome de la realidad y que me adapta a la fantasía. Sí, fue aquí en el Café de la Calle Alvarez el 30 de Mayo del 2002, su entrada al Café fue muy notable. Yo estaba sentada en mi mesa favorita al lado de la ventana, analizando mis dibujos de diseño. Ella, entró con un portafolio en la mano, con una furia que si hubieran sido las dos de la tarde (la hora del calor intenso) hubiera jurado que se habría quemado. Se dirigió al mostrador a pedir su café: -El mismo, un café bien cargado por favor.-dijo- Exáctamente el mismo que yo pedía siempre. Dió la vuelta en U, y al ver que en la mesa en la cúal ella se dirigía y en donde yo estaba sentada se encontraba ocupada, decidió sentarse en la de enfrente. Yo no podía quitarle la mirada de encima pues desde que entró me inpactó tanto que de mis diseños no supe más. Se veía tan profesional, elegante, con aires de mujer feminista, que me extrañó que una mujer como ella anduviera por estos lugares tan bajos para la sociedad. Al darse cuenta que mis ojos la miraban con ansiedad me preguntó: -¿puedo sentarme contigo? -¡Claro! -respondí- lo primero que ella notó fueron mis diseños que estaban sobre la mesa. -Tienes el mismo estilo que yo -me dijo colocando su portafolio en sus piernas-. -No entiendo -Si, identico al mio -¿Ud. diseña? -Y no nada más ropa sino infinidad de cosas -respondió mientras el mesero colocaba su café en la mesa-. Un minuto de silencio nos llenó de dudas, que algunas serían respondidas y otras no. Me dí cuenta que miraba la hoja de mis diseños con detalle y paciencia y me dijo: -¿Porqué sigues haciendo tus diseños en hojas de papel? -No entiendo -Si, teniendo la oportunidad de hacerlas en la pantalla. -¿Qué pantalla? -pregunté- Agachó la cabeza con una cara de confución y a la vez de enojo, y no dijo más. -¿Cúanto tiempo lleva Ud. diseñando? -Desde que tenía diez años -respondió- ahora tengo 33 y mírame, no tengo vergüenza. Reímos las dos al respecto. Teníamos el mismo tono de risa burlona. Yo creo que lo notó, pero no hizo comentario alguno. -Me imagino que tu tienes muy poco diseñando. |
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-Si, desde los diez años también, me gustaba cortar los diseños de las revistas y moldarlos a mi gusto -expliqué- ahora tengo 18 y yo si tengo vergüenza. Volvimos a reir. -¡Pero mira que estilo tan antiguo!, deverías en pensar de cambiar tu estilo. -¡Pero si me han comentado que mi estilo es muy moderno! -¿A eso le llamas moderno? -preguntó- pero niña estamos en el año 2017 y eso no es moda en estos tiempos. Mira, te enseñaré lo que si es moda -me dijo mientras trataba de sacar un tipo de computadora portatil de su portafolio-. Me quedé callada mientras lo hacía, quise pensar que tal vez estaba equivocada. -¿2017? -pregunté- -Si niña 2017. -¡Pero si nos encontramos en el 2002! -exclamé-. Me miró con cara de miedo y despues dirigió su mirada hacia la ventana para disimular su confución, la miré tan insegura que por un momento pensé si estaba loca. Agaché mi cabeza. Me pregunto que estaba pensando en ese momento, pero no obtuve respuesta. -¡Demuéstremelo! -le dije- y en ese momento sacó de ese gigantesco portafolio un libro de Fernando Castellanos publicado en el 2013, me lo dió. La observe mientras le daba un trago a su café que para ese entonces me imaguino que estaba frío. -Disculpame, pero tengo que irme, llegaré tarde a mi junta -me dijo-. Se levantó agarrando su portafolio y dió la vuelta. La seguí y le pregunté: -Me dió gusto conocerla, pero, ¿Cómo se llama? -Denise, Denise Abraján. Adios. En ése momento sentí que la sangre me corría tan rrapido por la venas que sení desmayarme. Solo la ví partir, desde ahi, parada en la puerta. Me quedé con la duda de qué tenía ella en mente. La casualidad de los mismos gustos y hasta del mismo nombre era demaciado para mi. Nunca más la volví a ver. ¿Sería esta la realidad de la cúal me escondo? ¿Sería esta la fantasía de la cúal me adapto? No lo sé, solo sé que ella era yo. |
por Deniska Abraján
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