Son las dos y media y no puedo dormir. Doy vueltas en la cama enredando y haciendo bolas las sábanas. Recuerdo todavía aquel beso que me diste. No sé cómo sucedió. No puedo recapitular los hechos. Creo que pasó y ya. Cierro los ojos y siento tus labios grandes y gruesos, tu lengua caliente que acariciaba la mía, tu ancha espalda entre mis brazos y…

Espera, empiezo a acordarme. Estábamos en una tocada. Tú te presentaste con tu grupo, pero llegué tarde. Un día anterior nos pusimos de acuerdo para vernos en el toquín y me esperaras en la entrada. Y, efectivamente, me esperabas en la entrada. Me saludaste con tu clásico choque de manos y yo te di un beso en tu flaca mejilla.

Eskankeamos el resto del evento. Tú tomabas cerveza y fumabas unos cuantos cigarros. Yo seguía brincando. El grupo lanzaba protestas contra el gobierno y la sociedad.

Al terminar ese grupo, nos sentamos en un rincón, el mejor rincón, y platicamos de cuan importante era votar por las mujeres en este proceso electoral donde los partidos de derecha y ultra derecha se disputaban el poder. Me dijiste que admirabas a Eva Perón, yo te sonreí y te pregunté si podía darte un beso, y te besé en la flaca mejilla. No supiste que responder, me hubiera gustado que en ese momento me besaras en la boca.

Nos levantamos y seguimos brincando mientras la Sonora Skandalera tocaba las rolas que te gustaban. Confieso que te miraba de reojo y me gustaba tu altura, tu espalda, tus manos, tus piernas… tú.

Finalizó el toquín y te pedí me acompañaras a casa. Eran las once de la noche. Fuimos por tu guitarra y esperé un momento mientras te tomabas fotografías con los otros grupos musicales.

Por fin salimos. Un congestionamiento hizo su aparición. Mientras estábamos afuera, sentí una mirada, era un méndigo político con quien me topé en las elecciones internas del PRI y buscaba cualquier suceso bochornoso, según él, para quemarme en el proceso electoral, así que te pedí me cubrieras. Por fin se descongestionó la calle y arrancó su camioneta.

Pasó el partido de México posible y nos regaló condones ¡Al fin alguien se preocupa en este pinche país por el control natal, el SIDA, la hepatitis B, el sexo seguro, el placer y todo lo referente al pene y la vagina! ¡Voy a votar por México posible!

Reconociste a la condorrepartidora, había sido tu maestra en la secundaria, lo chido es que nos regaló otro. Te comenté que los usarías dos veces y me contestaste que cuatro. Confieso que sentí unas cuantas mariposas volar en un recóndito rincón oscuro de mi cuerpo.

Te pedí usarlos de una vez y empezamos a caminar lentamente. Después de unos varios pasos nos tomamos de las manos… varios pasos más… nos detuvimos y… ya son las dos y media de la madrugada y no puedo dormir. Doy vueltas en la cama enredando y haciendo bolas las sábanas.