))en buSKA del amor

Todo empezó en una tienda de ropa. Miguel estaba buscando el baño cuando escuchó una que decía, ¿Dónde estás Michael? Aquí estoy, dijo el y sonrió a la cara que le pertenecía a una linda chika quien llamaba a su hermano que corría de un lado a otro entre la ropa.

 A ella le pareció un poco extraño pero no pudo evitar contagiarse de la sonrisa de Miguel. Fue algo instantáneo, ni un polaroid podría haber capturado el segundo en que Miguel y Michelle se enamoraron.

 El único problema que surgió era que Michelle era un poquito gorda y sólo por eso Miguel no le pidió ser su novia. Se la fajaba de vez en cuando despues de toquines y pedas pero Michelle seguía deseando que Miguel le dijera por fin que fuera su morra.

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Michelle tenía unos ojos café obscuros brillantes, era pequeña pero bien dotada de frente y detrás, ademas de bailar ska super chingón, la mejor dentro del slam.

 Un día que andaban en el carro de Miguel perdiendo el tiempo como todos los sábados, a Miguel se le ocurrió decir una pendejada, la verdad: La neta si no estuvieras gorda te pediría que fueras mi novia, dijo el muy baboso y se rió.

 Michelle observó el espejo retrovisor y lentamente empezó a llorar.

 Miguel se desconcertó tanto que paró el carro y le preguntó que le pasaba, que no era cierto, que lo disculpara, que era un pendejo, que la quería un chingo y que era broma.

 Pero Michelle sólo le dijo suavemente que se fuera a la chingada y se salió del carro. Miguel se salió también y corrió detrás de ella, pero Michelle se subió a un camión y ya no la alcanzó.

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Le llamó a su casa, le dejó mensajes en la contestadora, con su mamá, con su hermanita, hasta con su hermanito Michael de 4 años. Pero no contestó.

 La fue a buskar a los tokines pero no la encontró.

 Le preguntó a todos sus cuates pero no, era inútil, Michelle había desaparecido o por lo menos había desaparecido de Skato City.

 Fue a su casa a llevarle flores y le dijeron que no las quería. En una de esas mil llamadas por fín contestó Michelle. Le dijo que si volvía a llamar lo iba a reportar a la policía por acoso. Miguel le dijo que quería pedirle perdón, que no fuera así, que por lo menos fueran amigos, que no volvería a decir pendejadas. Tal vez fuer por la voz o por las lágrimas que escuchaba del otro lado del teléfono pero decidió darle otra oportunidad.

 Que un chavo llore por ti es lo mas chingón y hermoso posible, pensó Michelle.

 Total que anduvieron un rato sin muchos pedos, además que Miguel le empezó a dar al patchcore y con el hambre que siempre da le aparecieron unas llantitas por ahí.

 Se veían bien chidos juntos, eran una pareja ska de otras dimensiones.

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Pero Miguel se apendejó de nuevo y empezó a chingar con el peso de Michelle, que la neta le daba asco tener sexo con ella porque estaba rellenita. Miguel bajó de peso porque empezó a jugar futbol y a hacer pesas, pero Michelles sólo adelgazó un poco a pesar de las dietas y el ejercicio que hacía todas las mañanas. Corría 2 km diarios, comía pura fruta y verdura sin grasa y se olvidó de las papas fritas. Mas no funcionó mucho, aunque estaba mas delgada, ya cabía en una talla 9. Sólo tenía una pansita chelera porque eso si no lo pudo dejar. Pero Miguel seguía chingando y Michelle se volvió a hartar.

 Lo cortó, pero lo amaba tanto que se deprimió cabrón y dejó de comer y hacer ejercicio. Ya no salía y casi ni iba a la escuela porque tenía miedo de ver a Miguel, porque aunque no iban a la misma escuela el a veces iba por ella.

 Michelle no comía nada mas que lechuga y arroz blanco al vapor. Poco a poco se fue acabando, no sólo adelgazó, se volvió un eskeleto viviente, una anorexica privada de amor.

 Miguel volvió a ser el mismo patán delgado de antes. Se olvidó de Michelle por un rato y anduvo con otra chika llamada Ruby, pero algo faltaba en su vida: su gordita ska. Dejó a Ruby, que era delgada pero sus ojos no brillaban de la misma forma que los de Michelle. Intentó regresar con Michelle, pero esta vez no le fue igual. Hasta organizó un toquín en el Alicia con Inspector y los Kung Fu Monkeys, que eran los grupos favoritos de Michelle pero ella no fue porque estaba recuperandose de la anorexia en el hospital.

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El enfermero que la cuidaba era un chiko guapo que le latía un chingo Inspector y un día llevaba su toka compactos portátil con la canción de “Amargo Adios” y como estaba fuerte, Michelle se despertó y vio los ojos dulces y el arete en la ceja de Arturo, algo que la volvía loca. Arturo vio su pelo color mandarín que es entre rojo y rosa super fantástiko y se estremeció.

 La bata blanca de Arturo hacía que su tez perfecta, morena y pekosa resplandeciera como la arena del mar.

 La sonrisa apareció en sus labios y en los de Michelle, quien pronto dejó la cama gracias su enfermero cuidadoso y atento.

 Se despidió del hospital pero no de Arturo, pues los volvió a ver a diario desde entonces en tokines de ska y punk rock, en pedas hasta la madrugada y besos que saben a miel.

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dedikado a Isis y Arturo, luces de esplendor en mi camino

  -deny punk

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